El repunte de contagios por la variante Ómicron preocupa cada vez más. Es casi inevitable sentir ansiedad ante la posibilidad de contagiarnos, posibilidad que muchos consideraron lejana al creer que la pandemia ya estaba bajo control y que pronto volveríamos a la normalidad. Ahora que los contagios han vuelto a aumentar, el doloroso recuerdo de las tragedias y dificultades vividas al inicio de la pandemia también comienza a apoderarse de nuestro ánimo. Todo esto es natural, la ansiedad nos lleva a que anticipemos situaciones peligrosas y a que hagamos lo posible por ponernos a salvo. El problema se da cuando permitimos que la ansiedad se descontrole al punto que nuestra percepción de la realidad se altere, nuestro nivel de estrés llegue al límite y nuestro sistema inmune se debilite. Esto ocurre cuando sólo nos enfocamos en posibles amenazas y anticipamos lo peor, lo que nos lleva a paralizarnos de miedo o a actuar desesperadamente. Lo vemos cuando alguien siente una molestia en la garganta y se desespera de inmediato pensando que ya está contagiado, aunque no sea así. Y si llega a contagiarse, se aterra imaginándose internado y muriendo en el hospital.
Ahora bien, no vamos a escapar de la ansiedad mirando a un costado y negándonos a ver la realidad. Necesitamos ser conscientes de lo que está pasando para poder hacerle frente pero no para sucumbir ante el miedo. Por eso, antes que nuestra ansiedad escale y se salga de control, convendría darnos un espacio para reconocer cuando empezamos a sentir ansiedad y si es posible conversar con personas que nos ayuden a desahogar y a tener una perspectiva más objetiva de la situación, observando lo que puede ir mal pero también lo que puede ir bien. Muchos se obsesionan con noticias o publicaciones que sólo reportan nuevos contagios pero mencionan poco o nada sobre la gente que se está recuperando y que, gracias a la protección que brindan las vacunas, no se agravan hasta necesitar oxígeno, algo que era el pan de cada día hasta hace poco menos de un año.
Hagamos lo posible por mantener la calma y una perspectiva balanceada. Reconozcamos por igual las condiciones que tenemos a nuestro favor así como las razones que tenemos para seguir siendo cautelosos y para poner todo de nuestra parte a fin de reducir la velocidad con la que se está propagando el virus.