La anemia genera en el organismo cansancio, debilidad, dificultad para respirar, falta de apetito, entre muchos otros síntomas. Como consecuencia genera problemas en los lactantes y niños, retraso en el crecimiento y el desarrollo mental y motor de los niños, además de hacerlos más vulnerables a infecciones de todo tipo.
Luchar contra la anemia es mejorar la ingesta de alimentos ricos en hierro, sobre todo, contar con una dieta balanceada y rica en nutrientes. Aunque el Ministerio de Salud señala que la anemia no discrimina regiones ni estratos socioeconómicos, el grueso de la población más vulnerable se encuentre en los estratos C, D y E.
La anemia en el Perú es un problema de salud pública, y en la región Cusco, es una problemática que el gobierno regional y los gobiernos locales deben priorizar. Pero nuestros políticos, o la gran mayoría de ellos, le resta importancia, dado que al no ser una edificación, una vía de asfalto, una infraestructura educativa o alguna obra que no se pueda visibilizar y tocar, todo lo demás queda en segundo plano. Pero no sólo por parte de los gobernantes, la población misma admira y reconoce a una buena gestión en función a sus obras de infraestructura física, por encima de programas como la lucha contra la anemia.
En la actualidad, y a pesar que por la pandemia no se tiene un registro verídico, para el presente año se estima que el 57.4% de la población menor de 36 meses se encuentra con anemia. Las potencialidades de estos niños serán restringidas en un futuro no muy lejano. Desde hace años se viene escuchando propuestas con nombres lindos para luchar contra la anemia, como el “Plan de cierre de brechas en inmunizaciones y anemia en el contexto COVID-19”, esperemos que este no sea un nombre más, con un resultado mediocre. Señores autoridades, seamos serios, seamos conscientes, luchar contra la anemia es luchar por un mejor futuro de nuestra sociedad. Es factible reducir en un par de años la anemia en un 20%.