La noticia que nos indignó la semana pasada en la que un grupo de cinco jóvenes violaron a una chica de 21 años, solo pudo ser superada por la narración que aquella hizo. Un capítulo más en ésta historia de terror que a diario viven miles de mujeres violadas, maltratadas y asesinadas en nuestro país, el quinto más peligroso en el mundo para éste género. Mucho se ha hablado de que lo ocurrido no debería suceder, de que las mujeres son vulnerables, de que vivimos en un país machista, de que la inseguridad –sobre todo para la mujer– es alarmante; en todo ello, coincido. Sin embargo, vamos más allá y preguntémonos ¿vivimos en un país en el que lo que se pide se recibe? ¿En el que la seguridad es garantía de vida de sus habitantes? ¿Vivimos en un país en el que las mujeres se sientes seguras? Basta con revisar las cifras que la realidad arroja para darnos cuenta que la respuesta a las interrogantes es ¡NO! Y ante eso toca cuidarse, protegerse y no exponerse. Si, lo sé, suena hasta ofensivo decirles a las mujeres “no te expongas”, restringiendo aquella libertad de decir y hacer de la que deberían gozar, pero lamentablemente aún no vivimos como en Suiza o Suecia. Los datos indican que estos dos países, sumados a China y Noruega son aquellos en los que se registra el menor índice de violencia en contra de la mujer; por el contrario, Perú se encuentra en el top 5 de aquellos en los que la mujer sufre mayor violencia e inseguridad. En ese escenario y mientras esa realidad no cambie, corresponde cuidar a nuestras mujeres –madres, esposas, hijas, novias, enamoradas, amigas– y que ellas mismas se cuiden sin exponerse ante una sociedad enferma, corrompida y cada vez más insegura. Hágase la pregunta: ¿si usted retira dinero del banco, tiene un celular de alta gama o ha decidido ponerse las joyas de la familia, se arriesgaría a ir a un barracón en el que sabe que la delincuencia está a la espera de alguna víctima? Hoy lamentablemente eso sucede con nuestras mujeres y ya no solo en esos “barracones” sino en los lugares y con las personas menos pensadas, la realidad lo dice así. Mientras no vivamos en un país en el que la seguridad para la mujer se vea realmente garantizada, por más movimientos o hashtags que existan –que no digo deban dejar de existir y actuar– corresponde proteger y protegerse; y repito, no exponerse, por más duro que suene. La sociedad está harta y asqueada. La lucha es larga, pero ojalá algún día el Perú sea Suiza o Suecia para nuestras mujeres.