Desde hace años los alcaldes provinciales, distritales, de zonas urbanas o rurales, con formación profesional 0 sin necesidad de ella, se encuentran centrados en ufanarse que la calidad de gestión está en función al gasto que realizan. Por ende, una gestión municipal es deficiente si gasta menos frente a la otra, y contrariamente, el que gasta el 90%, 95% e inclusive 98% de la trasferencia presupuesta, no solo es mejor gestión, sino un mejor alcalde.
Vivimos una hipocresía plagada de falsos mitos y muchas mentiras. Una gestión puede gastar el 100% de su presupuesto anual (aunque eso es irreal en los hechos), o inclusive gestionar y traer financiamiento del gobierno nacional, regional y/o cooperantes internacionales, pero no sirve de mucho si el enfoque de la inversión pública está mal planificado. La mala concepción del desarrollo local, conlleva a que el resultado sea de menor impacto por cada sol invertido, generando un perjuicio al bienestar social de la población.
Sería muy importante que nuestros gobernantes no hablen de cuanto presupuesto han gastado, sino todo lo contrario, empiecen a hablar y compararse de cuánto han mejorado el saneamiento básico de su localidad, cuánto han mejorar la producción y aumentado la frontera agrícola con riego tecnificado que tanto nos hace falta, cómo han disminuido la anemia, cómo han reinventado el desarrollo económico local, mostrar ejemplos de la disminución de la violencia familiar y/o de la mujer, etc. pero lamentablemente, en la mayoría de nuestros gobernantes, este tipo de preocupación no existe de manera real. Y si dejamos de lado la calidad y eficiencia en el gasto presupuestal. Los gobernantes en este año no han podido gastar adecuadamente frente a los años 2018 y 2019; el total de gobiernos locales de la región Cusco tenían un presupuesto de 3,274 y 3,103 millones de soles respectivamente, y sólo lograron gastar el 78% del presupuesto en promedio. Lógicamente, en el presente año la pandemia del Covid-19 ha retrasado obras, y exigirles que gasten como antes sería irresponsable, porque en esa lógica, muchos alcaldes, gastarán al caballazo, con o sin corrupción, las inversiones serán de menor impacto, y por supuesto, más dinero se tira al río sin resultados reales, porque no toda inversión de fierro y cemento es sinónimo de desarrollo, y más aún cuando no existe una planificación real para su localidad.