Por: Gabriela F. Pinares Payne
¿Qué hacer cuando uno siente un dolor interminable e incurable? Es una de las cuestiones que surgen en algún momento de nuestra existencia. ¿Es que se puede manejar la idea de una muerte anticipada que conlleve la decisión del paciente? Actualmente en el mundo, existen muchas corrientes en favor de un derecho humano sui generis conocido como “muerte digna” o desde mis palabras elegir morir con dignidad; sin embargo, los dogmas personales y sociales limitan la ejecución de este derecho. La idea de asociar la libertad (en específico la libertad de decisión) con el derecho a la vida genera mucha controversia debido a diversos factores, uno de los más determinantes es el de la moral- cuestionando qué es realmente bueno o malo frente a una decisión- ¿obedecer a lo que se entiende como justo o buscar nuevos paradigmas frente a novísimas tendencias? Yo soy fiel creyente de que parte de la evolución es la adaptación y con ella a todos los cambios que se dan en nuestra forma de vida y pensar. Desde el aspecto biológico tenemos un ciclo de vida, es decir que comienza con el nacimiento y culmina con la muerte, esta concepción biológica también debe estar ligada a la psicología porque los humanos somos entes no meramente biológicos sino poseemos una esfera psicológica y espiritual por lo que nos diferenciamos de los demás seres vivos. Empero ¿qué nos hace querer vivir más tiempo o decidir morir cuando las condiciones de nuestras vidas se vean limitadas por padecimientos insufribles? Ese motor que nos conlleva a tomar las elecciones es conocido como conciencia, entonces ¿el Estado debe respetar nuestra voluntad desde nuestra conciencia? O es que debemos sujetarnos a un ordenamiento jurídico que no observa la libertad y dignidad del ser humano, porque la calidad de vida no se limita a estar vivo sino a cumplir con ciertos estándares que nos permitan llevar una vida digna. Muchas legislaciones en el orbe han optado por ponderar la decisión del paciente frente al derecho a la vida- que como todo derecho no es absoluto-. Como señalé los cambios no suelen ser aceptados al comienzo, nos duele el cambio, salir de nuestra esfera de lo común y cómodo, solo que tenemos que recordar nuestra naturaleza. En consecuencia, la empatía y el amor al prójimo deben ser el motor generador de cambios de nuestros propios paradigmas, soltar las ideas que limiten los derechos de las demás personas, entender que solo somos momentos en este vasto universo y que nuestro fin es ser y no existir.