No fue suficiente la develación del grave escándalo político que originó el uso irregular y abusivo que hicieron un expresidente, ministros, funcionarios públicos y personas particulares al inocularse la vacuna Sinopharm de forma clandestina; cuando, a esta vergüenza nacional y mundial, se le sumó la pérdida de cuatro dosis en un hospital de la Región Tacna, situación que fue denunciada y que también se encuentra en proceso de investigación. Ambos hechos no solo ensucian el inicio de inoculación en el Perú, y sobre todo, el manejo del proceso que busca proteger a todo el personal de primera línea que viene peleando contra la pandemia hace casi un año, sino que lo agudiza demostrándonos que hay más enemigos allá afuera que el SARS-CoV-2. Ni la pandemia pudo detener en algo el sistema corrupto y delincuencial en el que vive nuestro país hace mucho. La COVID-19 no ha evitado que un virus tan persistente como la corrupción se vaya. Desde que arrancó la pandemia, los casos de corrupción en el país han sido casi pan de todos los días desde repartos irregulares de ayudas, compras sobrevaloradas, etc. entre otras perlas. Lamentablemente, la celeridad con la que ha tenido que actuar el Estado para atacar la pandemia, ha traído con ello varios problemas para realizar un gasto público que no sea manoseado para beneficio y privilegio de algunos, y una vez más, para perjuicio del pueblo. Aunque, este aprovechamiento ante la tragedia de la COVID-19 y una pandemia que aún se mantiene al rojo vivo a nivel mundial no solo se ha presentado en Perú, hay diversos casos de corrupción presentes en territorio latinoamericano que nos ha dejado en claro que la corrupción es un mal instalado en todas partes. Es un delito, pero parece que también ya una práctica cultural. Ahora, vacunar es y será prioritario para el combate contra la Covid-19, aunque acá en Perú sea, de todas maneras, una solución de largo plazo viendo cómo va el proceso de vacunación en el resto del mundo y considerando que somos un país con notorias deficiencias logísticas y con un grave sistema de corrupción que retrasa cualquier avance en la lucha contra la pandemia. Mientras, solo queda ampararnos en las recomendaciones sanitarias para evitar el contagio.