Por segundo año consecutivo los cusqueños nos hemos visto en la obligación de pasar la Semana Santa en medio de una cuarentena decretada por el gobierno para frenar el avance del Covid-19, lo cual nos obliga a cambiar y replantear nuestras costumbres como son: la procesión del Lunes Santo, el almuerzo de los 12 platos, las visitas a los templos y una serie de procesiones y costumbres que solíamos cumplir.
Al margen de las creencias religiosas y la fe, es importante resaltar la Semana Santa, pues está es parte del patrimonio inmaterial de todos los cusqueños y parte fundamental de la construcción de la identidad, que ahora se ve truncado por la pandemia que nos golpea con fuerza en esta segunda ola.
Ante este panorama, la única alternativa ha sido la de la virtualidad para de alguna manera no romper con algunas celebraciones y ritos que congregaban miles de cusqueños, pero nada puede compararse al calor humano de la bendición del Lunes Santo o a las reuniones familiares para almorzar los doce platos y todas las actividades conexas a esta tradición, como el ir al mercado, el preparado de los alimentos, la compra de los panes y maicillos.
Lo que nos queda es esperar que para el 2022 las autoridades hayan logrado inmunizar a la mayor cantidad posible de peruanos y que en parte se haya podido superar al Covid-19, aunque el año pasado muchos pensábamos que para este año las cosas serían mucho mejores, pero la pandemia no nos suelta y nos sigue dejando cientos de contagiados diarios.
Que nuestra fe y nuestra cultura puedan mantenerse a pesar de la dureza de estos tiempos, que nuestro Taytacha nos proteja y podamos seguir sobreviviendo y resistiendo a esta pandemia. Que el 2022 nos permita nuevamente llenar nuestra plaza Mayor para hacer que nuestra cultura siga manteniéndose haciendo de Cusco una de las ciudades con mayor riqueza cultural.