Los estudios más recientes han demostrado cual ha sido la capacidad de impacto que ha tenido el COVID-19 frente a las comunidades, pero, al mismo tiempo han señalado como esta crisis ha logrado en muchos casos demostrar la capacidad de resiliencia y empoderamiento que poseen. Sin duda alguna, el patrimonio vivo, ha sido drásticamente afectado, pero también ha demostrado su capacidad de adaptabilidad y de resiliencia para las comunidades, cultores y la sociedad como una herramienta que permite reaccionar y generar estrategias en tiempos de crisis, recurriendo a los conocimientos tradicionales y al tejido social de las comunidades como puntos a destacar. La pandemia ha puesto en evidencia el potencial del patrimonio cultural inmaterial como fuente de cohesión y protección social en situaciones de emergencia. Sin embargo, también se han puesto en evidencia las brechas sociales con las que lidian las comunidades y pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos y migrantes. Este impacto desmedido sobre los grupos indígenas debe llevar al Estado a atender de manera urgente sus necesidades en el marco del respeto por sus formas de organización y autonomía. Como muestra de la resiliencia y empoderamiento que han alcanzado las comunidades, se han identificado algunas de las respuestas comunitarias más utilizadas para resistir al embate de la pandemia. Por ejemplo, el uso de medios de comunicación y nuevas tecnologías digitales para adaptar las celebraciones y rituales a nuevas formas de realizarlas o compartirlas, han sido una de las formas más utilizadas por las comunidades y cultores para mantener viva sus tradiciones y los lazos afectivos enlazados a sus prácticas culturales. También se han empleado las redes para mantener el contacto y el cuidado entre los miembros de las comunidades. Asimismo, se han desarrollado respuestas de autocuidado y autoprotección entre los miembros de las comunidades. Los cultores y las comunidades se han organizado para responder a las situaciones de crisis que hemos vivido, principalmente con acciones de atención sanitaria tradicional. Por otro lado, ha habido una tendencia a retornar a las comunidades, los miembros que por uno u otro motivo habían migrado, en el momento de la pandemia han retornado. En ese mismo sentido, la importancia del trabajo en la tierra ha tomado un lugar importante como una estrategia para responder a la crisis económica y sanitaria que atraviesan las comunidades, tomando en cuenta esto, también hay una revitalización del patrimonio vivo por este lado. En contraparte, la pandemia ha hecho evidente que un reto urgente es reducir las brechas de conectividad y acceso a tecnologías digitales de las comunidades y pueblos indígenas, campesinos y afrodescendientes, tanto urbanos como rurales. Por ello, para dar empuje a la reinvención y adaptabilidad de las comunidades a estos nuevos tiempos, es pertinente y necesario considerar el internet y el acceso a las nuevas tecnologías como un derecho de todos y todas.