Se ha reflexionado mucho sobre la “nueva normalidad” para afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, en lo inmediato como a largo plazo. Parte de este nuevo paradigma de convivencia social pone en primer plano el interés público, hoy sentimos que el Estado existe y debe ser capaz de garantizar el ejercicio de nuestros derechos y el cumplimiento de nuestros deberes; en efecto, entendemos la importancia de la política, pero ¿pensamos lo mismo de los partidos y de los políticos? Pregunta válida, más aún en este contexto electoral.
Los partidos políticos cumplen un rol clave en la democracia representativa, los ciudadanos requieren de instituciones que personalicen sus intereses en los distintos niveles de gobierno (Risso, 2001). Además, estos agregan voluntades, construyen consensos, facilitan la rendición de cuentas y construyen espacios de deliberación (Grompone, 2005). Son los vehículos que canalizan las demandas ciudadanas al gobierno, al menos en teoría.
Todavía en 1999 Levitsky advirtió que los partidos tradicionales eran cooptados por élites envejecientes centradas en Lima, que perdían contacto con la realidad de la mayoría de peruanos; por su parte, Vergara, menciona que ante este desgaste la población prefirió opciones nuevas, que terminaron siendo- en algunos casos- organizaciones electoreras, sin identidad o plan programático, así repetimos el ciclo de votar por el mal menor.
En la actualidad, existen 24 organizaciones políticas y el 84% de peruanos no confía en ellas (IPSOS 2018), razones no faltan. Como coinciden diferentes especialistas, los partidos políticos se han quedado en el siglo XIX en lo ideológico, los políticos y su praxis en el Siglo XX, mientras el mundo vive en pleno Siglo XXI; por ello, las organizaciones políticas deben evolucionar y transformarse.
Además de propuestas políticas y programáticas serias e institucionales, la reingeniería política post Covid 19 implica incorporar el uso de tecnología para acercar la política a la ciudadanía y, sobre todo, dejar prácticas nocivas que relativicen la pandemia, es la oportunidad de hacer una mejor política, basada en el diálogo, consensos y bien común, para recuperar la confianza de la ciudadanía. Ya conocemos quienes son los mafiosos, mercenarios e irresponsables que no tienen reparo de jugar con nuestro futuro, cerrémosles filas en las urnas.