Sin intención de impregnar de mayor pesimismo el contexto que afrontamos, siento el pesar de una oportunidad histórica perdida con el Congreso Complementario 2020. Desde las calles demandamos el cierre constitucional de un Parlamento de mayoría abusiva y obstruccionista, con la esperanza de dar paso a una nueva y mejor calidad de representantes, pero solo fue una expectativa. El ánimo popular que exigía cambios, fue defraudado.
La serie de leyes de carácter cortoplacista, populista e inconstitucional, debatidas mes a mes en el hemiciclo, son evidencia de la actuación de una mayoría de la clase política: clientelismo y demagogia, para tomar decisiones cuidando sus intereses en nombre del pueblo, mientras nos engañan con alternativas inviables.
Somos testigos de legisladores que juegan con la gobernabilidad y equilibrio de poderes, al punto de poner al país al pie del abismo con una crisis política, que costó la adquisición de las vacunas contra el coronavirus. En este país, la política responsable, reflexiva y con un mínimo de sentido común, no es popular; pero si necesaria y urgente.
Mientras los políticos libran batallas absurdas, miles de peruanos sobreviven el día a día y no tienen opciones para afrontar la crisis que deja la pandemia, no se ofrecen alternativas de solución reales a necesidades de las personas, que las reclaman acuciosamente. Los políticos piensan más en el cálculo político hacia las elecciones generales 2021 y ni un mínimo en el bien común.
Dejo para la deliberación de los lectores esta frase de Eisenhower: “La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”. Las lecciones aprendidas no pueden quedar en la reflexión y análisis de intelectuales, académicos o líderes de opinión. La ilusión de un mejor Perú, demanda acciones impostergables, empezando por la educación cívica y ciudadana, para no repetir historias en las elecciones 2021. A la juventud peruana, nos corresponde asumir gran parte de esta tarea, casi como un encargo heroico de amor a la patria, para devolver el sentido de bien común a la política y cerrar filas los políticos tradicionales.
Tenemos en nuestras manos la posibilidad de elegir a nuestros representantes del Bicentenario, en un momento clave para el país, es responsabilidad de los que se presentan y de los que los elegirán. ¿Estábamos hartos del anterior Congreso? Bueno, elijamos uno mejor.