Por: Claudia Silva Rodríguez
Un aspecto de nuestra salud impactado por la crisis sanitaria parece estar pasando desapercibido para muchos. Aunque hoy por hoy muchos trabajadores ya están realizando sus actividades de manera presencial o semipresencial, para otros tantos el trabajo remoto se ha convertido en la nueva normalidad de modo que la inactividad física es ahora mayor que antes. Si además consideramos que una gran mayoría de la población estudiantil continúa recibiendo clases virtuales, podemos decir que el aumento del sedentarismo motivado por la pandemia aún persiste así como el tiempo que estamos expuestos a diferentes pantallas, tanto cuando estemos trabajando o estudiando como cuando supuestamente nos dedicamos a descansar. Observemos por ejemplo a personas que pasan cuatro o más horas frente a la computadora y otras cuatro o cinco horas revisando redes sociales en sus celulares, viendo series en streaming o jugando videojuegos. Son actividades que “se supone” nos sirvan para relajarnos pero terminan desgastando nuestro organismo y volviéndonos más sedentarios.
Se sabe que un estilo de vida sedentario está asociado con el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, obesidad, ciertos tipos de cáncer y síntomas graves en caso de contagiarse de COVID-19. Es más, el sedentarismo produciría una disminución de oxigenación a nivel cerebral, perjudicando nuestra capacidad de concentración lo que también afectaría nuestras actividades laborales y académicas. Por ello conviene que examinemos hasta qué punto estamos siendo sedentarios y que retomemos una actividad física saludable, o que comencemos a practicarla de ser el caso. Por ejemplo, si usted realiza trabajo remoto desde su hogar o si asiste a clases virtuales, puede programar pequeñas pausas de hasta un par de minutos por lo menos cada dos horas a fin de romper los periodos prolongados de tiempo sedentario. Puede aprovechar para levantarse de su silla, realizar algunas flexiones y activar el cuerpo, o incluso para ordenar su espacio de trabajo, eso sí, apartado del celular.
Y más allá de las pausas durante la sesión de teletrabajo o la clase virtual, conviene que encuentre un espacio en su día para realizar de veinte a treinta minutos de la actividad física que mejor se acomode a su estilo de vida. Y si es de las personas que está esperando a que le llegue la motivación para ponerse en marcha, haga la prueba de moverse primero y comprobará que, irónicamente, su motivación irá aumentando luego de ponerse en marcha y aún más cuando siga moviéndose.