A 11 días para culmine el año 2020, ni a la más audaz de las pitonisas o los adivinos se le habría ocurrido lo tormentoso y traumático que sería. Los cambios en las formas de interactuar entre las personas que se darían.
El brote del COVID-19 fue el detonante que: i) develó la vulnerabilidad de la especie humana; ii) evidenció la precariedad de los sistemas de salud de varios países; iii) mostró la sensibilidad de algunas actividades económicas.
En nuestro país se agudizó la situación, puesto que los actores políticos no lograron construir una agenda consensuada para hacerle frente a la pandemia. Primaron entonces los intereses personales o de grupo, colocando a nuestro país en situaciones de crisis política permanentes llegando al extremo de tener tres presidentes en menos de dos semanas.
El hecho de convivir en confinamiento casi 5 meses, permitió que se generen cadenas de solidaridad en la ciudadanía para ayudar a las personas que no tenían los recursos necesarios para poder hacerle frente a los efectos de la pandemia.
Cabe mencionar el salto cualitativo que se dio en el sistema educativo de nuestro país, desarrollado competencias digitales en los maestros de todos los niveles, generándose una transición obligatoria a la virtualización de las actividades académicas.
En nuestra región, la actividad turística se paralizó completamente, obligando a todas las personas que se generaban ingresos a través de esta actividad a migrar a otras actividades que les permitan subsistir.
Esperemos que en los próximos días también se pueda tener certezas en cuanto a poder adquirir la vacuna del COVID-19, que permita que la ciudadanía pueda tener la esperanza de poder volver a desarrollar de manera completa sus actividades
A este panorama se incrementa el hecho de que en nuestro país se van a desarrollar elecciones generales. Siendo este proceso una oportunidad para poder generar consensos entre los partidos políticos y construir una agenda que nos permita desarrollar la tan ansiada reactivación de nuestro país.