Los peruanos manejamos un lenguaje muy amplio, formales o jergueros, es un denominador común la buena conversación, le agregamos dichos, frases y refranes, nos encanta; uno de ellos reza “No hay mal que por bien no venga” y metemos al de arriba “Dios sabe porque pasan las cosas”.
Este circo político -si seguimos el refranero- algo bueno debió traer consigo, y creo encontrar lo positivo.
Todo lo que hemos vivido esta dos últimas semanas nos sirve para: 1. Identificar el perfil de autoridad que necesitamos, 2. Exigir la formación de líderes, y 3. Un filtro en la elección.
Uno. Debemos preguntarnos qué autoridad que- remos nos represente -Ejecutivo, Legislativo o cargo de la sociedad civil-, ¿improvisados? que en debates importantes hablen de memes y cantantes o aquellos con discursos sólidos basados en conocimiento y experiencia seria, o aquellos que postulan a cargos por dilatar procesos e investigaciones, o tal vez los que anteponen el interés individual antes que el colectivo -Cusco no fue excepción, Alcalde sentenciado sabedor de la posibilidad de no seguir, pero su deseo personal nos tiene ahora ante un inusual Gobierno Municipal- Dos y Tres, de la mano. Es importante la formación de líderes, y de preferencia jóvenes briosos, de ética intachable, con sentimiento de pertenencia que fortalece la institucionalidad, -se escucha en Cusco a un miembro de la palita que evalúa renunciar por los actos de Merino y compañía ¿Porque se indignó o porque sabe que en la próxima elección don Fernando y su partido están enterrados?- Cálculos políticos que sabemos si suman o restan. Lo otro va por filtros de elección -en un conversatorio- propuse elevar la edad mínima para postular al Parlamento a 30 años, un congreso con especialización dije, y recibí de respuesta a mi propuesta que era elitista, de aristocracia parlamentaria; y no es así, proponer filtros es sinónimo de mejora y no de desigualdad, ¿Qué hacías a tus veinticinco años?, recién graduado buscando ingresar al mercado laboral y conservando el eterno amor o enamorándote no menos de una vez al mes, al Congreso -por ejemplo- no se va a hacer prácticas, se va a trabajar.
Se hace política -de la buena y correcta- desde la tribuna que ocupas, pública o privada, se hace política opinando, informando, compartiendo ideas, se hace política enseñando, formando; política no es solo sinónimo de autoridad, si te vendieron esa idea, es momento de empezar a leer. Así que ya sabe, a partir de ahora y como diría Hildebrandt “Elija usted, elija, pero no mezcle”.