Diego Trelles. Escritor y ensayista, en este artículo nos muestra sus percepciones y opinión acerca del momento político que vive nuestro país y de las opciones que tenemos los ciudadanos para las elecciones de abril de 2021.
El miedo al cambio no es una ilusión. Es algo real. Existe porque llevamos más de treinta años bajo un mismo modelo que, para perpetuarse, llevó a cabo una pedagogía cruel: hacerle creer a los peruanos que todos podemos tener éxito y riqueza si nos esforzamos.
Y al mismo tiempo, enfatizar la idea de que si no logramos ese éxito, si no progresamos, la culpa es absolutamente nuestra.
Esto, a nivel individual, fue fortalecido incentivando el narcisismo del emprendedor que se hace a sí mismo “cueste lo que cueste” (es decir, pasando por encima de los demás).
A nivel colectivo, luego del desastre del primer gobierno de Alan García y de la guerra interna, se consolidó con el mito chauvinista del Perú como Marca Internacional de la que cualquiera de nosotros debía sentir orgullo.
Al respaldo de todas estas ideas estaba la economía fructífera de ahorros millonarios y de responsabilidad fiscal que proyectaban la mentira de que el Perú se encaminaba pronto a ser un país del Primer Mundo.
El 30% de peruanos todavía no tiene acceso al agua potable y eso que somos uno de los países más ricos del mundo.
La realidad, sin embargo, era otra.
–Por ejemplo que el 30% de peruanos (más de 3 millones) todavía no tienen acceso al agua potable (datos de 2020) y eso que el Perú es uno de los países más ricos en agua del mundo. Sin embargo, pierde el 40% de su agua potable por falta de mantenimiento.
–Por ejemplo que los sucesivos gobiernos de derecha invertían menos en la salud pública que casi todo el resto de países de la región: la gente ya se moría esperando en los pasillos de los hospitales antes de la pandemia Covid-19.
–Por ejemplo que, pese a tener más gas que Bolivia que lo subsidia para sus ciudadanos, nuestro propio gas se vende más barato fuera que dentro del país. Es decir: a nosotros nos cobran más por el gas que exportamos.
–Por ejemplo que la educación privada cobra un Derecho de Admisión (que puede ser millonario) para que nuestros hijos puedan estudiar y que no otorga nada a los padres que lo pagan: solo el acceso. Estamos hablando de colegios que no pagan impuestos precisamente por ser colegios y se dan el lujo de darle a sus establecimientos un tratamiento de club privado.
Podría darles por lo menos veinte ejemplos más pero creo que ustedes ya los conocen de sobra. En muchos de estos ejemplos, el abuso de las empresas está protegido por la Constitución de la dictadura que sigue vigente desde 1993. Es una Constitución que no solo le da más garantías constitucionales a las empresas que a los ciudadanos, sino que, además, limita completamente la labor fiscalizadora del Estado ante estos abusos.
Ya se iniciaron las campañas contra la única alternativa real de cambio para nuestro país.
Luego, hace algunos meses, llegó el Covid-19 al Perú y, de su mano negra, aparecieron los buitres.
La historia siniestra de los buitres (que son estos holdings que poseen laboratorios, farmacéuticas, clínicas y compañías de seguros) ustedes también la conocen de sobra porque muchos la han sufrido en carne propia: no solo a través de la estafa y el aprovechamiento, sino también a través de la muerte de familiares y seres queridos.
Pues bien, con este resumen chiquito (que he elaborado haciendo sangrar mis propios dedos por la impotencia) quisiera volver sobre el tema del miedo al cambio.
Después del horror vivido en la pandemia, esto no puede seguir así, pero hay mucha resistencia a que las cosas cambien.
Es un tema que, les confieso, me sorprende.
Vivo fuera del país hace más de veinte años pero, en realidad, nunca he partido del todo. Conozco la realidad de otros países. Sé, por ejemplo, que una ciudadanía furiosa con la labor de un gobierno, de izquierda o derecha, no duda en castigarlo votando en las siguientes elecciones por la otra opción, es decir, llevando a cabo un sano ejercicio de alternancia política.
La primera pregunta que me hago, entonces, es la siguiente:
¿Por qué luego del horror vivido en la pandemia, cuando el sentido común y la dignidad le diría a cualquiera que esto no puede seguir así, por qué, me pregunto, hay tanta resistencia a esta alternancia y a castigar a los que han llevado al Perú al hoyo en el que está ahora con préstamos masivos para los ricos y despidos masivos para los pobres?
¿Qué más nos tiene que hacer esta gente, a qué nivel de deshumanización nos tienen que llevar los buitres para que la ciudadanía diga “esto es suficiente, ya no va más”?
Un dato curioso: cada vez que expongo estos hechos viene gente a mi muro a decirme algo como esto: “sí, estoy de acuerdo en que necesitamos un cambio urgente pero no hay ninguna opción política confiable que pueda hacerlo: todos son iguales”.
Es decir, ejercen la llamada “generalización”: una de las armas retóricas que ejecuta y multiplica la derecha para convencer a los ciudadanos de que el cambio es inútil porque “todos son iguales… a ellos”.
Esto, desde luego, no es verdad. Entre las opciones con reales posibilidades de llegar a la presidencia solo hay UNA que realmente está luchando para llevar a cabo un cambio real. Y esa opción es la izquierda de Juntos por el Cambio que lidera Verónika Mendoza.
No se confundan. Yo no estoy acá engañándolos. No me interesa en absoluto hacerles creer algo en lo que yo mismo no creo.
Me remito a los hechos con tres preguntas puntuales:
1. Entre todos los candidatos con posibilidades de llegar al gobierno, ¿qué candidato o candidata es radicalmente resistido por los buitres, la Confiep, la prensa concentrada, los liberales, la derecha bruta y achorada, Rosa María Palacios, el fascismo y cualquier institución o empresa que se haya hecho millonaria en estos 30 años bajo la Constitución fujimorista?
–La respuesta es Verónika Mendoza. ¿Por qué creen que es esto? ¿No queda acaso claro que es la única opción que no poseen ni controlan?
2. Además de Verónika Mendoza, ¿qué candidato o candidata, qué partido político, no tiene ningún lazo con el empresariado que controla este país, es decir, con la Confiep?
–Espero sus respuestas.
3. Además de Verónika Mendoza, ¿qué candidato o candidata, qué partido político, lleva como promesa fundamental de campaña hacer primero una consulta entre la población para ver si hay voluntad de cambiar la Constitución del fujimorismo y, de aceptar, convocar a una Asamblea Constituyente para hacerlo?
–Espero sus respuestas: pero si dicen, Julio Guzmán, eso es falso: ni Guzmán ni el Partido Morado están a favor pero ahora que han visto que la mayoría de peruanos sí quiere, están ofreciendo la consulta luego de dos años de su gobierno, es decir, un paseo. Y si dicen, George Forsyth, eso también es falso: Forsyth se ha hecho el loco porque no está de acuerdo, sus declaraciones no dicen nada ni ofrecen nada, son cualquier cosa.
No conozco a nadie serio que, a estas alturas, no haya vaticinado que Verónika Mendoza llegará a segunda vuelta pese a tener a las encuestadoras y a la prensa en contra.
Las olas que ahora se están soltando son de una banalidad preocupante y ya las hemos escuchado en 2016 (“cualquiera que vaya a segunda vuelta con Mendoza, gana”), justo antes de hacer pasar a PPK y a Keiko Fujimori (“48 horas para salvar al país”). Como recordarán: tanto PPK como Keiko terminaron presos por corrupción.
Esto es solo el comienzo de distintas campañas que las castas que controlan este país emprenderán contra la única opción de cambio para dinamitarlo como hicieron en 2016. No se van a detener. Serán feroces y despiadados porque lo que está en juego es el control de un país que consideran suyo.
Su objetivo será precisamente meterles miedo para que crean que es inútil, que nada puede cambiar realmente si ellos no lo permiten. En muchos sentidos, tienen razón porque han sido absolutamente exitosos para no soltar el poder desde que Fujimori cerró el Congreso.
Sin embargo, lo más importante de todo, acaso lo único importante que deseo que te lleves de este post, es que esta gente está realmente cagada de miedo porque hasta ahora no sabe cómo detener esa fortísima ola, que avanza silenciosa y con mucha fuerza entre los peruanos, pidiendo a gritos un verdadero cambio.
Y yo quisiera decirte simplemente esto: No le tengas miedo al cambio. Ten miedo a que todo siga igual.