Francamente estoy harto de argumentos en política que se resumen en el “roba pero hace obras”. Estando cercanos a una elección presidencial, los temas de conversación en casa, en el trabajo o en el grupo virtual de amigos –si es que por ahí no aparece el fallecimiento de un ídolo mundial– sigue siendo la política. En uno de aquellos “conversatorios”, volvió a surgir el argumento de un ex presidente que había tenido importantes logros en su gobierno y había que “dar gracias” por ello, siendo respuesta inmediata que ese mismo gobierno evidenció una corrupción aberrante al final del mismo, tirando por la borda todo lo alcanzado. Como parte de una gestión presidencial, no es posible, como sociedad, normalizar frases tales como “roba pero hace obras”, es decir, justificar la ilegalidad y la corrupción a partir del cumplimiento de las funciones y labores de sus funcionarios, comenzando claro está con el Presidente de la República. El Perú ha sido ya desde hace poco más de 30 años un país que pareciera no encontrara el rumbo en lo económico, político y social y es en gran medida responsabilidad de los gobiernos que han transitado en ese tiempo. Empecemos por Alan García en el 85, quien con su juventud era la esperanza de un gran gobierno, terminando su mandato con al país en una profunda crisis económica y en la hiperinflación más grande hasta el momento. Luego Fujimori, quien con autogolpe en el ‘92, combatió al terrorismo generando estabilidad en el país, para luego querer perpetrarse en el poder y verse, en el año 2000, descubierta la mega corrupción de su gestión. Seguidamente Toledo, encaminando la economía del país, auto denominándose como vencedor de esa corrupción, para años después evidenciar que éste formaba parte de aquella. Luego García nuevamente, consolidando la economía del país, pero viendo en este segundo gobierno la mejor oportunidad para obtener beneficio propio de Odebrecht, Barata y compañía. Luego Humala, con pasado militar y el rótulo de incorruptible, siendo más de lo vivido en el gobierno anterior. Y finalmente Kuczynski y Vizcarra, esperanza de crecimiento, actualmente el primero preso y el segundo vacado. En todos y cada uno, lo que hicieron bien –o medianamente bien– se vio opacado o anulado por lo que vino después. Así que candidatos, tenga claro algo, no se trata de “robar, pero trabajar”. Ser Presidente no es hacerle un favor al país, es una –de la más alta– responsabilidad que se debe cumplir.