Perú vive el momento más duro de la segunda ola del Covid-19, la cual llegó sin que hayamos podido bajar de la primera, la cantidad de contagios diarios ha llegado a su pico hace algunos día sumando casi 13,000 infectados, mientras que el número de fallecidos bordeó los 300, en medio de la propagación de las cepas brasileña e inglesa que han sido detectadas en distintas regiones del país. A esto se suma la siempre carente falta de oxígeno, de camas UCI y de personal médico.
A pesar de que en febrero llegó el primer lote de un millón de vacunas de Sinopharm a las cuales se han ido sumando pequeños envíos de Pfizer y de Covax Facility, tras dos meses después del primer envío, nos damos cuenta que no tenemos vacunas, que los envíos son a cuenta gotas y que por ende el ritmo de vacunación va a paso de tortuga.
En el colmo de los males, el gobierno admitió que el plan de vacunación empleado desde febrero no ha funcionado y que se aprobará una nueva estrategia de inmunización, en medio del escándalo no solo de vacunaciones irregulares en algunas regiones sino de vacunas VIP para miembros de colegios profesionales que en muchos casos están haciendo trabajo remoto.
Por otra parte del restante de 37 millones de vacunas de Sinopharm ya no se oye nada y se ofrecen envíos de 200,000 vacunas semanales de Pfizer, las cuales en un mes no llegarían ni al millón de vacunas, cifra insignificante.
La conclusión es simple, el gobierno ha fracasado pues no es capaz de dotar al país con las vacunas que necesitamos, mientras tanto cientos de peruanos mueren a diario sin que el gobierno pueda tener una respuesta efectiva.
En febrero pensamos que había una luz al final del tunel, pero ahora parece que nos persigue una penumbra constante y sobre todo una incertidumbre de no saber hasta cuándo durará esta pesadilla del Covid-19.