Julio Gilberto Muñiz Caparó
Fue el propietario de la “Radio El Sur” de Cusco que empezó a transmitir desde diciembre de 1971 con una línea opositora al gobierno militar. En 1975 fue designado Alcalde del Cusco. En su gestión obtuvo, la proclamación del Centro histórico del Cusco como “Patrimonio Cultural del Mundo”, creó la Emufec y el Boleto Turístico y repatrió los restos del Inca Garcilaso. Fue diputado por el Cusco en 1980.
ENTREVISTA: PAVEL UGARTE
¿Cómo un activo político de antaño, cómo ve a la clase política en la actualidad?
En mi opinión, los gobernantes de hoy se encuentran acorralados por la improvisación, la informalidad y el apetito desmedido para ocupar cargos públicos sin tener conciencia de lo que significa conducir un país. Los gobernantes de ambos poderes deberían actuar con alma de estadista. Ello significa administrar el estado pensando en el desarrollo sostenible del país, con planes de corto, mediano y largo aliento. No es aceptable que quinquenio tras quinquenio la nación siga soportando decisiones populistas alejadas de un programa de gobierno planificado y concordado. Necesitamos políticos capaces de legislar encaminando acciones que satisfagan las necesidades actuales sin comprometer los recursos destinados a futuras generaciones. Necesitamos políticos dialogantes que estén aptos para renunciar al personalismo y a la ambición y que tengan ánimo de construir una sociedad integrada, pluralista, justa y sin corrupción-. En el Perú se requiere crecimiento armónico en base a una correcta distribución de ingresos que redunde en inversiones equilibradas y oportunas. Esa será la gran luz para desaparecer oscuridades, la porción de amor para erradicar pasiones, el grado de racionalidad para descubrir el hondo de la estrechez humana. Ya es tiempo de desaparecer desigualdades por causa de la ausencia de recursos especialmente en los pueblos indígenas andinos, amazónicos y los llamados barrios marginales que sufren el más cruel abandono de parte del estado y es hora de entregar una cuota de rectitud y equidad para encarrilar el país por la ruta del desarrollo solidario.
Los gobernantes de hoy están acorralados por la improvisación, la informalidad y el apetito desmedido por los cargos públicos.
¿A propósito de una reciente publicación suya, cómo debemos entender el Ayllu en la modernidad?
La pregunta me da pie para ensamblar lo que dijimos en la respuesta anterior. La cultura comunitaria ancestral alcanzó niveles de bienestar muy significativos, gracias a que siguió con puntualidad hereditaria el concepto andino de vivir bien (Sumak Kausay), sentir amor, dar amor (Allin Munay), saber bien, saber lo que se hace (Allin Yachak) y hacer bien las cosas (Allin Ruay) Nuestros ancestros compartían sus tradiciones destinadas a lograr estabilidad y equilibrio en base al cultivo de los principios de solidaridad, reciprocidad y complementariedad, valores que, de ser restituidos hoy como modelo de vida, enriquecerían el progreso de la modernidad y podrían ser los instrumentos de la armonía en un mundo que no cesa de avivar la caldera de los conflictos. Los habitantes de los pueblos andinos fueron personas que alcanzaron feliz y armoniosa convivencia en una sociedad justa y ejemplar. Conectadas profundamente con la naturaleza, hicieron sus primeros aportes a la humanidad desarrollando una metodología de vida con amor y sabiduría. Su pensamiento y su praxis estaban dirigidos a cohabitar protegidos por un espíritu corporativo en el marco institucional del AYLLU, la médula de la cultura atávica, base de la existencia solidaria, de la acción fraterna y trascendente. Para el mundo ancestral nada era más importante que mantenerse en feliz alianza con su Pachamama, respetarla, amarla y protegerla porque era (es) dadora de vida y, de su equilibrio, depende todo lo que en ella existe. Si en occidente se hubiera mantenido tal preocupación, la humanidad no estaría en peligro de extinguirse según alarmantes informes científicos publicados en junio de 2019. Hace falta una revolución comunitaria” donde coexistan ensambladas las diversas culturas del país. Tomando como modelo el Ayllu ancestral, ahora que se habla de una posible reforma constitucional, es preciso establecer constitucionalmente los “gobiernos comunitarios” que con autonomía política, económica y administrativa tendrían la fortaleza suficiente para nutrir y promover el desarrollo sostenido de la nación peruana. Para lograr tal cometido, el estado sustentaría su acción con un Presupuesto Nacional que se convertiría en un instrumento de equidad acorde con las estrategias propuestas. Con tales objetivos, las comunidades serian promotoras de la inversión pública en alianza legítima con otros organismos del estado y con la empresa privada. Serian a su vez contribuyentes del fisco y protagonistas de la reducción a cero de la pobreza y del déficit de infraestructura nacional en su área de influencia.

El sector turismo no cuenta con las pautas suficientes para evitar desbordes como el caso del Sheraton.
¿Es posible vincular historia y política? ¿La política necesita de la cultura?
Yo pienso más bien que no es recomendable desvincular la historia de la política porque en la historia siempre está la familia, la comunidad, el estado, la nación. Si tal aconteciera podría ser que el pueblo volviera a ser olvidado como aun lo sigue siendo en el Perú. En mi opinión, la política necesita de la cultura como la cultura necesita de la política. Una sociedad justa requiere de la participación integral de seres con espíritu comunitario y solidario. Por su parte, la población requiere libertad para crear y recrearse sin contar que necesita informarse, dialogar, aprender, enseñar y vivir bien en una modernidad con equilibrio, en paz, en armonía.
El Cusco tiene graves indicios de descomposición urbana que pueden convertirla en una ciudad difícil de habitar.
¿A qué cree que se deba el crecimiento desproporcionado y algo irresponsable de la ciudad del Cusco?
En opinión de los expertos consultados, el Cusco tiene graves indicios de descomposición urbana que pueden convertirla en una ciudad difícil de habitar. Eso es, precisamente lo que tenemos que corregir, porque en el Cusco no sólo vivimos los cusqueños. Uno de los factores que más inciden en el crecimiento inorgánico del Cusco, es la presencia incontrolada de los asentamientos urbanos cuyos integrantes ocupan espacios sin esperar la dotación de servicios básicos, anulando toda posibilidad de planeación ordenada y disciplinada de parte de los gobiernos locales. También es factor inmediato del crecimiento desordenado de la ciudad imperial, la facilitación de permisos de construcción o la falta de control de las viviendas y edificios que incrementan el caos, haciendo que la ciudad crezca a mayor velocidad, que la infraestructura y que las personas no tengan acceso a los servicios de agua, desagüe, electricidad y saneamiento, entre otros. Tenemos entendido que las autoridades locales están empeñadas en la dación de normas y acciones municipales de desarrollo metropolitano para evitar que colapse la ciudad del Cusco en el marco de una verdadera planificación, con diseños sustentados por equipos de especialistas y autoridades competentes, trabajo que sólo sería posible aplicar si el poblador pusiera su cuota de amor y respeto por su tierra. Para darle seguridad y garantía al crecimiento regulado de la ciudad, el gobierno local provincial y los gobiernos locales distritales, deberían hacer uso planificado de sus recursos a través de nuevas normas y destrezas coordinadas con la empresa privada y la sociedad civil para levantar un proyecto social, económico, político y cultural que pusiera al Cusco en la situación que el mundo espera de él.
¿Qué sueña para el Cusco en este presente y al futuro?
Como cusqueños estamos obligados a custodiar los valores heredados y atender al mismo tiempo el progreso, de brazo con la modernidad. Debemos asegurar la protección y defensa del patrimonio sin menoscabar al Turismo que es una de las fuentes principales del desarrollo económico y social del país y con mayor razón de la región. Este es un tema cardinal que no ha sido suficientemente debatido en la dimensión nacional y menos a nivel regional. Es urgente definir políticas de estado que fortalezcan la defensa y protección del patrimonio atendiendo al mismo tiempo el turismo como factor de desarrollo. El Cusco es un emporio cultural de enorme riqueza que merece ser tratado en un marco de políticas de estado definidas para la defensa y protección del Patrimonio, con normas estrictas de desarrollo turístico planificado y dinámico. Hay desequilibrio entre promoción del turismo y protección del patrimonio. El sector cultura tiene instrumentos legales para proteger el patrimonio pero no los usa y se parcializa con enorme desaprensión. El caso del Hotel Sheraton es una muestra intolerable de tal parcialidad. El sector Turismo no cuenta con las pautas suficientes para evitar desbordes. Debemos proteger el patrimonio cultural y natural del Cusco. Evitemos la destrucción de su estructura histórica que puede acabar con el tejido monumental tan apreciado mundialmente. Debemos promover la puesta en valor de las huellas aun ocultas. La riqueza espiritual del Cusco es una fortuna universal que sufre la continua acometida de la globalización. Ataca sin piedad la tradición oral, la religiosidad popular, las lenguas, la música, las danzas festivas, los trajes típicos de las comunidades, la cocina tradicional, los mitos y leyendas y creencias mágicas. Todo ello es absorbido por la modernidad sin que existan políticas de estado que regulen el sistema.
¿Qué opina de la masiva movilización de la llamada Generación del Bicentenario?
Yo creo que el pueblo peruano, la juventud peruana ya despertaron y que volverán a las calles cuando se repitan los actos de corrupción y cuando avancen la incompetencia, la informalidad, el desorden y la codicia. Los jóvenes volverán a las calles para mostrar su descontento con las promesas y compromisos incumplidos y me parece muy bien que al cierre del segundo siglo se marque una huella tan profunda nada menos que por la Juventud del Bicentenario que está haciendo una bella historia de Patria. Son jóvenes valientes, audaces, informados. Son la esperanza del Perú. Yo creo en ellos.