Nuevamente el accionar de la Policía Nacional en el Perú se encuentra en tela de juicio luego de que una persona falleciera el día de ayer en un operativo policial en el Callao, cuando personal de la policía intervenía a un grupo de personas que se encontraba jugando fulbito. Es cierto que las personas que se encontraban en la loza policial estaban incumpliendo una de las absurdas normas que aún mantiene este gobierno, pues prohíbe a las personas jugar fulbito pero fomenta el turismo y los viajes y permite también la asistencia a los centros comerciales, pero finalmente la norma es la norma y debería cumplirse.
Pero así como nadie debería estar jugando fulbito los domingos, tampoco nadie debería morir en un operativo y menos una persona que se encontraba tratando de separar la trifulca que se estaba desarrollando.
Pero no es la primera vez, en agosto 13 personas fallecieron en una discoteca en Lima, también en un operativo policial y que a la larga se demostró que hubo negligencia por parte de la policía y que las cosas no fueron como inicialmente se informaron.
No queremos justificar el accionar de las personas que incumplen las normas, tampoco queremos justificar la respuesta de la policía, ni buscar culpables en alguno de ellos, Lo que ha sucedido demuestra el stress colectivo y el estado de anomia en la que se encuentra sumida nuestra población tras ocho meses de pandemia y con un gobierno incapaz de dar soluciones.
Y si pensamos que eso era todo, las imágenes de la intervención policial a los presuntos autores del incendio forestal en Ollantaytambo nos demuestran que en este país aún existen ciudadanos de primera y segunda clase.
Somos un país fracturado, herido, en medio de una crisis que no tiene visos de solución, ojalá que nuestra conciencia ciudadana pueda aflorar, ya es tiempo.