Por: Claudia Mori Coronado
A propósito de la obra literaria “Historia de Mujeres” de Rosa Montero, donde comparte espacios, vidas, secretos a través de la biografía de distintas mujeres en disímiles épocas. Textos apasionantes, tan personales e íntimos que parece que fueran propios, estoy segura que en muchos nos identificamos como es la soledad de Mary Wollstonecraft, la voluntad de ser de Simone de Beauvoir o la doliente vida de Frida Kahlo y con certeza también podría decir que nos proyectamos en otras como aquella honda penumbra que lleva libertad y valentía de Las hermanas Brontë, la plenitud de George Sand o quizá el modelo femenino de Alma Mahler; y por supuesto también encontraremos historias perturbadoras como la de la perversa y terrible Laura Riding, o la deletérea Aurora Rodríguez y ni qué decir de la madre de la pobre Hildegart; como lo dice Rosa Montero: “No sólo no creo que las mujeres tengamos que ser forzosamente admirables, sino que además lo que reivindico es que podamos ser tan malas, tan necias y tan arbitrarias como lo son los hombres en ocasiones. Aspiro a la verdadera libertad del ser, a asumir nuestra humanidad cabal y plena, con todas sus luces y sus sombras. Eso sí: todas ellas, malas o buenas, desgraciadas o dichosas, derrotadas o triunfantes, son personas muy poco comunes y tienen unas vidas fascinantes”. Entonces me pregunto, por qué en pleno siglo XXI (tiempo tan distinto al que vivieron muchas de estas mujeres mencionadas anteriormente), en los que la mujer tiene cada vez más oportunidades de salir adelante en cualquier área, seguimos a la sombra de una cultura machista, encadenadas en la estructura tradicional y conservadora, arrastrando herencias impunes que quieren denunciar, y sin embargo no hacemos mucho. Los tiempos han cambiado, pero a la mujer todavía le llevará un tiempo reconocerse como líder, tan igual en habilidades, capacidades y talentos que un varón. Tendrá que entender que puede ser una gran madre como exitosa profesional. Que su amplitud no se define por un matrimonio más sí por honrar todo aquello que se proponga. Pero sigo cuestionando por qué te detienes Mujer. Será el qué dirán. La educación. La poca información y formación en derechos. El miedo. Sí, escribo miedo, porque fueron siglos de estar calladas, sometidas, humilladas, vejadas; y no tenemos un siglo de libertad, pero cada día suman las muertes y la impunidad. Y me sigo preguntando ¿Por qué te detienes mujer?