A seis meses de las elecciones presidenciales y congresales, en medio de una crisis sanitaria, económica y política que difícilmente mejorará estos meses, más aún cuando seguimos con el piloto automático. Vivimos una crisis sanitaria sin precedentes y una economía duramente golpeada que ni nuestros abuelos han experimentado. La tarea de tomar las riendas del país será escabrosa gobierne quien gobierne.
¿Qué se está configurando en este escenario? ¿Más de lo mismo? O existen algunas luces de esperanza para todos los peruanos. Hace años se habla que la derecha no ha logrado recomponer una representación política que garantice sin exabruptos sus intereses como lo hizo el gobierno de Alberto Fujimori, por eso, un gran sector financiaba a Keiko Fujimori y toda la cloaca fujimorista, como una pro- puesta seria, populista, pero orientada a seguir defendiendo el modelo económico y las políticas que siempre han estado a espaldas de la ciudadanía.
La Confiep a falta de representantes sin escrúpulos como Keiko Fujimori o Alan García, debe recrear nuevas propuestas, oxigenar a la derecha con rostros nuevos, para seguir con el control del Estado, un Estado que hoy más que nunca no representa a la gran mayoría de peruanos. Las cartas presidenciales variopintas de la derecha “bruta y achorada” no son rostros nada nuevos, pero pretende meternos de contrabando que su re- presentación va generar verdaderos cambios, cuando es más que evidente, a pesar de los matices, que serán los nuevos defensores del modelo neoliberal caduco.
Ahí tenemos propuestas derechosas como George Forsyth (Restauración Nacional), Roque Benavides (APRA), Hernando De Soto (Avanza País), Ricardo Belmont (UPP) Daniel Salaverry (Somos Perú), César Acuña (APP), Daniel Urresti (Podemos). Y por el centro derecha tenemos a Julio Guzmán (Partido Morado). Todos ellos cierran el paso a cualquier opción nueva de cambio, de reforma política como demanda la ciudadanía, y ni pensar que estén dispuestos a cambiar la Constitución, hoy más desfasada que nunca.