En un abrir y cerrar de ojos, han transcurrido 100 días desde que Pedro Castillo juramentó como presidente de la República, la pregunta que cae por madura, es: ¿Qué se hizo en estos primeros días de gestión? Sobre todo, en sectores importes como salud, educación, economía y trabajo.
El tema económico ha sido una de las materias más cuestionadas, la inflación, el aumento de precios, el bono Yanapay, la idea de nacionalizar Camisea, la facultades solicitadas al Congreso para legislar en materia tributaria, el impuesto a la riqueza, son quizás algunas de los hechos que mayor controversia han generado, aunque ratificar a Velarde en el BCR y mantener a Francke en el Ministerio de Economía generan cierto sosiego económico, no es suficiente para incentivar en mayor grado la inversión privada.
Después de la incertidumbre inicial ante el retraso de las vacunas, enhorabuena este proceso ha venido avanzando conforme a lo planificado y trabajado por el anterior gobierno, sin embargo, recientemente se han actualizado las medidas de bio seguridad y sanitarias, y respecto, a la atención integral de salud no han existido mayores avances.
En materia de educación, el reclamo por el regreso paulatino a clases continua pendiente, además de señalar la contra reforma que ataca la meritocracia dentro de la carrera docente, indispensable para mejorar la educación. En materia de reactivación económica y trabajo, sin duda son muchas las promesas de campaña que seguimos esperando.
Un tema que no puede pasar desapercibido es la gobernabilidad del país, en poco tiempo fueron dos los gabinetes que obtuvieron a penas la confianza del Congreso, salvo honrosas excepciones, una característica de sus cuadros técnicos son la falta de experiencia e idoneidad para el cargo, las alas Cerronistas y Castillitas de Perú Libre, vienen copando la administración pública sin mayor mérito ni capacidad, que pugnar los cargos entre ellos, siendo incluso opositores y saboteando su gobierno.
En resumen, estos primeros 100 días fueron un vaticinio de lo que nos deparan los próximos 5 años, si es que las intenciones poco democráticas de vacancia no se consuman antes. Más allá del simbolismo que representa Castillo, ha demostrado que no tiene capacidad de mando ni liderazgo para tomar decisiones y asumir las riendas del país, las constantes contradicciones entre sus discursos que se adecuan al gusto del auditorio, van despintando al gobierno de Castillo y, ni hablar de la improvisación y fragmentación de Perú Libre. Por el bien del país, deseamos que mejore sus cuadros técnicos y trascienda del populismo de campaña, a la gestión real, pensada en el bienestar común. Sin critica, no hay oportunidades de mejora.