En estas últimas semanas la controversia sobre si el sector privado debería administrar las vacunas contra el Covid como lo hace el sistema público de salud, nos deja mucho para reflexionar sobre hacia dónde queremos ir como país.
Vivimos un proceso electoral en pandemia, con una crisis sanitaria, económica y política, por lo que las opiniones de quienes pretenden gobernar no está al margen, y el cómo se va administrar las vacunas divide el debate electoral. Para algunos las vacunas deberían ser distribuidas de forma universal por el Estado, otros plantean la deficiencia del Estado y la necesidad del sector privado, finalmente otro sector plantea que los privados deben de complementar a lo público para garantizar vacunas en breve tiempo. En realidad, el problema no es el tiempo sino la escasez de vacunas a nivel mundial.
La visión de gobierno de cada candidato sobre la administración de las vacunas se encuentra entre lo liberal y lo social democrática, entre el bien particular o el bien común. ¿Cuál es el planteamiento correcto?, ¿cómo se debe actuar?, es fácil tomar ejemplos como el caso ecuatoriano, el chileno, e incluso el mexicano. Sin embargo, las comparaciones no sirven de mucho, cuando tenemos nuestra propia vivencia, con nuestra estructura de poder, corrupción, instituciones liberales oxidadas, empresariados sin alma, políticos a sueldo, y lobistas prestos a romper voluntades.
Cuando nos dicen que el sector privado debe de intervenir para facilitar las cosas con eficiencia, se me escarapela el cuerpo, porque sin ir muy lejos en esta coyuntura de crisis sanitaria ¿qué hicieron cuando el ciudadano de a pie necesitaba ayuda?: las camas UCI en las clínicas más caras de Sudamérica, la prueba molecular a S/400 soles, el balón de oxigeno se triplicó a S/8 000 y los barbijos KN95 se quintuplicaron hasta costar S/ 50. Si uno critica esas cualidades impresentables del privado que lucró con la desgracia de la población, qué sucedería si las vacunas las dejamos en manos de este sector. Saquen sus conclusiones.
Sin embargo, mientras los candidatos discuten, y los medios muestran las bondades del liberalismo, a pesar de las “fallas de mercado” como la escasez y el sobre precio, la discusión se desvía de un hecho fehaciente, vivimos tiempos donde la solidaridad y el bien común deben primar. Si el privado quiere adquirir y administrar las vacunas con el propósito patriótico de ayudar a otro peruano y sin el ánimo de lucro, viviríamos tiempos esperanzadores. Disculpen mi negatividad, pero dudo que eso ocurra.