La política no es un espacio para cobardes. Mucho menos en un país como el nuestro, con una crisis como la nuestra. La política, y más aún la política en nuestro país, es un espacio de permanente confrontación ideológica, que obliga a sus actores a bajarse de la comodidad de sus sillones para pisar barro. Porque para hacer política aquí no basta con llamar a las cosas por su nombre, sin titubear. Y mucho menos basta con romper huevos. Aquí, en este país, con estas condiciones y más aún, en medio de esta segunda vuelta, la política exige tomar posición y no ser simple observador. Nuestra política no está hecha para los Prados ni los Iglesias. Nuestra política necesita de los Cáceres en la Campaña de la Breña y los Javier Diez Canseco en su férrea lucha contra la dictadura.
Pero estamos en el Perú, el país donde los cobardes se visten de beatas para escapar cada vez que hay una crisis. Y el Partido Morado, aquel partido pechofrio que no es chicha ni limonada, nos recordó que, sin importar la crisis y el abismo al que nos enfrentemos, la tibieza política y la cobardía son banderas cómodas para levantar desde nuestro sillón, bajo el slogan de los “principios innegociables”.
En efecto, para hacer política se necesitan principios, pero ¿qué principio defiende el Partido Morado para justificar su “neutralidad” y no apoyar ningún candidato? Dicen defender la democracia, pero en un contexto electoral, donde hay que escoger entre la heredera de la dictatura versus un maestro que firmó acuerdos por la defensa de la democracia, ¿acaso no está claro a quién hay que apoyar? También dicen luchar frontalmente contra la corrupción, pero en esta elección, entre una candidata acusada por lavado de más de 17 millones de dólares versus un candidato que no tiene ningún proceso por corrupción ¿acaso no está claro a quién apoyar?
Dicen que ellos no regalan su voto y defienden sus ideales, pero qué ideales puede suponer la “neutralidad” en medio de estas elecciones. ¿Acaso somos Suiza, Dinamarca, Bélgica u algún otro país con estabilidad política, calidad de vida y niveles mínimos de desigualdad y corrupción, como para decir que es mejor guardar el voto en vez de apoyar al cambio? Nadie les pidió regalar su voto. Solo se le pidió coherencia democrática y lo pudieron hacer con un apoyo crítico, así como Juntos por el Perú lo hizo. Pero es el Partido Morado, aquel partido que nació más frio que tibio, que no ata ni desata, que no va adelante ni atrás. Aquel partido que cree más en el coaching que en la política. Es el Partido Morado, que hasta ahora no aprende la lección que le ha dado la gente mandándolos fuera del tablero y que con su “dignidad y principios” no hace otra cosa que ponerse la camiseta naranja para defender le modelo.
Dicen que no puedes caer después de haber tocado fondo, pero es mentira. El Partido Morado nos ha demostrado que siempre hay espacio para seguir cayendo. Y seguro que seguirán cayendo.