Por: Banesa Saravia Farfán
Nosotras/os venimos de una generación donde hablar de sexualidad es sinónimo de pecado o es un tema sucio, muy pocas/os tuvimos el acceso a una educación sexual en el colegio y está siempre estaba relacionada con la fertilidad y la biología.
Pero hoy tenemos que hablar sobre lo que implica una falta de educación sexual integral, tenemos que hablar desde la infancia sobre nuestros cuerpos, que partes no deben ser tocadas, romper ese mito que esta chiquito/a y por ende puede andar sin ropa o tiene que dar un beso a algún adulto a pesar que no quiera, porque los adultos siempre tienen la razón, hablar sobre la educación sexual integral en la niñez asegura que nadie puede tocar, abusar sexualmente y que el niño o la niña pueden reconocer a tiempo conductas de alerta, por eso, es importante hablar desde todos los niveles.
Muchas de las personas por la falta de educación sexual, han presentado un serio problema en la obtención del placer, en el consentimiento de lo que sí está permitido hacer sobre sus cuerpos, en la responsabilidad afectiva hacia sí mismos y hacia sus parejas, en el amor propio, el poder reconocer los roles que nos han impuesto de la masculinidad y feminidad, que puede ser sumamente toxico y las diferentes identidades de género.
La educación sexual integral tiene que ver con el hecho de que se entreguen las herramientas y conocimientos para que todas las personas puedan hacer valer sus derechos, que sepamos que por el hecho de ser personas tenemos derechos sexuales y reproductivos y que eso también implica otras cosas, como el vínculo sexo afectivo con las personas y el respeto por una misma.
Uno de los motivos por los que debemos seguir luchando por una educación sexual integral es ahorrarles estas experiencias a las nuevas generaciones porque no queremos que les pase. Para que las y los que vienen, puedan hablar sin mitos ni tabúes sobre las diferentes formas de experimentar la sexualidad.