Por: Adriana Morante Alvarado
Todo el país dio un suspiro de tranquilidad está tarde al escuchar el mensaje del actual presidente Sagasti. Bueno al menos la mayoría, pues aún sobrevive un 30% de peruanos quienes no tienen ningún tipo de intención de ser vacunados (esto en el utópico caso de que la vacuna sea aplicada a una velocidad récord).
El término “anti-vacunas” viene de nada más ni nada menos que de la familia de “karens”, un término acuñado en el país gringo, que refiere a un grupo de personas de una edad algo mayor, quienes al estar en una situación de privilegio o de ignorancia, reafirman y protestan fervientemente su derecho constitucional de básicamente, hacer lo que les dé la gana.
Estos personajes son constantemente retratados a través de videos virales en las redes, una mujer gritando por que su mesero era de color, un hombre adulto quien no desea ponerse la mascarilla en lugares públicos, tu tía paranoica que cree que la vacuna nos controlará la mente, y como cereza del pastel, una fiesta Covid intervenida en la que los asistentes se burlan de las autoridades mientras son multados.
Valgan verdades las redes nos llenan de personajes cada vez más pintorescos, quienes nos hacen reír y pensar “¿quién sería tan estúpido? “. Pues al seguir haciéndoles caso omiso simplemente estamos dejando cabida a que tengan más difusión, más personas los escuchen y se sientan encantadas con sus propuestas de control mental, terminando así en una posición de poder (por ejemplo: Donald Tump o Jair Bolsonaro).
Nuestra falta de intervención como colectividad es impresionante pues nadie busca el debate democrático o la retroalimentacion en una conversación, donde no se ofendan a la primera y respondan de manera poco ética y hasta vulgar, no buscan la coexistencia de opiniones, sólo se fijan en lo que ellos creen y punto.
Cómo podemos observar esta familia “anti” más allá de causar gracia o burla, genera preocupación. Pues si hasta hoy tenemos una lección por parte del Covid, es que nadie está solo, es decir, o morimos todos o vivimos todos. Y continuando con esta analogía, la única manera de sobrevivir a esta pandemia es actuando en conjunto, siendo responsables juntos, usando la mascarilla, manteniendo la distancia.
Que motivadoras suenan las líneas anteriores ¿verdad?, lamentablemente ese deseo de unidad aún es un deseo. Así que si conoces a algún “anti” en tu entorno, preocúpate pues en las manos de ese irresponsable está tu salud.