Hoy se habla de la Generación del Bicentenario, y el término me parece fabuloso, porque representa un cambio, rumbo a los 200 años del grito libertario, lo que implica además de un lema o título también responsabilidades.
Si tendría que catalogarme en un título generacional, sería la del ’83 esa que nació después de la última participación de Perú en un mundial y que tuvo que esperar 36 años. La del ’83 que vivió en edad ya consciente -8 años- el autogolpe del ’92 y la prohibición de salir de casa porque los tanques estaban en las calles -contradicción de niño, quería verlos-, la del ’83 que entendimos en el cambio del milenio, lo que había pasado años atrás; cambio que vino de la mano de pronósticos del fin del mundo y demás curiosidades añadidas. Nuestra generación también aportó, recuerdo la plaza San Martín repleta de jóvenes, allá en el 2000 gritando a una sola voz ¡Abajo la dictadura! Todos mezclados sin importar de donde eras -aclaro esto, porque en aquellos años había más etiquetas-, no teníamos un acceso a redes, así que nuestra información se recogía de periódicos y televisión, muchos vencimos a la manipulación, y llegó el 2001 con una mejor clase política con Valentín Paniagua y Javier Pérez de Cuellar a la cabeza, tiempos distintos, pero nos descuidamos.
Nos descuidamos, porque nuestra labor debió seguir vigilante, evitar que la corrupción siga creciendo y que se forme una podrida clase política que hoy nos ha llevado a esta crisis de institucionalidad difícil de superar, que nos da material para seguir escribiendo, indignarnos y estar vigilantes por mucho tiempo, pero que también renueva las esperanzas de que las cosas pueden mejorar, de lo malo siempre algo bueno debemos sacar.
Asumimos hoy con más énfasis los del ’83 y las anteriores y posteriores generaciones, el compromiso que esta “Generación del Bicentenario” no se quede solo en lemas, o en una fuerza de pelea, sino que se convierta en una generación que piensa, que aporta, lee, aprende y enseña. En el exordio de esta columna dije que asumen responsabilidades, y la principal es cambiar el país, siempre se dice, garanticemos un mejor futuro para los que vienen, ¿Y qué hay de los que estamos?, primero logra un mejor lugar para ti, y a partir de esa base, podemos conseguir un mejor país para los nuestros, es esta generación la que ahora debemos formar, cambiar o reformar -ya que están de moda esas palabras-.
En las marchas se escuchó “Siempre de pie nunca de rodillas” que genial suena, pero ¿Sobre qué estaremos pisando?, cuidado que en el barro se resbala.