La mesa de diálogo entre la población de Machupicchu y los representantes de las empresas turísticas había fracasado, no se había llegado a ningún acuerdo y los dirigentes de Machupicchu expresaron su total rechazo a la oferta realizada por PerúRail, así que todos los medios anunciaron que la paralización indefinida continuaría hasta nuevo aviso y se evaluaba que la única ruta de acceso sería la denominada “ruta amazónica” por Santa Teresa, es decir, como dice el lema “si no hay solución, la huelga continúa” y no hubo solución.
Las últimas imágenes del día jueves por la noche fueron las de cientos de pobladores protestando y rechazando el abuso, una vez más, de las empresas de trenes, es más, Perú Rail emitió un pronunciamiento en el que suspendía una vez más y de manera indefinida sus servicios de trenes, dejando de esta manera a Machupicchu no solo incomunicado, sino también sin la posibilidad de poder recibir turistas.
Pero ayer en la mañana el panorama cambio cuando se hizo público un pronunciamiento en el cual la paralización se suspendía hasta el 12 de enero, y no es difícil entender el porqué de esta situación, es que tenemos que comprender que la población del distrito es esclava del turismo y no tiene ninguna otra opción de poder sostener su economía, la cual además ha sido golpeada durante ocho meses.
Las protestas pueden ser muy justas pero no pueden mantenerse indefinidamente, mucho menos en estos momentos en los que un buen sector de la población puede darse el lujo de realizar un viaje y visitar Machupicchu.
Lo sucedido ha demostrado que somos esclavos del turismo y con ello esclavos de sus operadores, de sus empresas las cuales si desean pueden dejar de operar por más tiempo, algo que no pueden hacer las familias y pobladores que tienen en la llegada de turistas su única alternativa de ingresos. Ahora volvimos a saber quién tiene la sartén por el mango.