El acceso y ejercicio del poder, tiene características, entre ellas el carisma y la influencia. Conversábamos con un grupo de pregrado sobre estas, la primera resumida en “caer bien” -sentimiento sobre razón-, la segunda va un poco más allá -razón sobre sentimiento- cualidad que le gana al carisma, puede ser inteligencia, ética, responsabilidad, etc.
Pero si fuésemos políticamente sinceros, carisma e influencia serían derrotados. Ya sea en directo o de chismosos días después, vimos Thorndike vs Vizcarra, el primero no entrevistaba al Presidente sino creía tener frente a un ex presidiario no arrepentido, dice mi mamá hasta ahora -respetos guardan respetos, así lo odies llegó ahí por sus méritos; su rostro expresaba más que sus palabras, en un mundo sincero sus respuestas hubiesen estado llenas de palabras a las que llamamos groserías pero que están redactadas en un diccionario gordito, pero la política obliga a guardar las formas, como diría María Luisa del Rio en “Perú: Crónicas y Perfiles”, la política obliga a sonreír, saludar, estar sobrio, hablar mucho, hablar bonito, y cuidar que con todo eso nadie se ofenda. En un mundo políticamente sincero, Barnechea habría podido decir que comer en mercado sólo es posible con tenedor de plata, en un mundo sincero, Toledo hubiese dicho que sus aspiraciones además de personales son nasales; en un mundo sincero Keiko debería decirse afortunada -por lo que papá robó y dejó-, en un mundo sincero Alan hubiese dicho “Demuéstrenlo pues imbéciles” pero no a la prensa sino a sus votantes; en un mundo sincero Verónika podría decir que de ser gobierno habrá impuestos para los diestros, en un mundo sincero Ollanta podría confesar que Nadine manda aunque nadie votara por ella, en este mundo Julio Guzmán podría apagar el incendio y confesar sus infidelidades; quizás Forsyth podría decir…no, él no podría decir nada; en un mundo sincero De Soto podría mentarle la madre a todos no solo al Nobel, y Lescano podría decir mamacita a toda mujer que viera en la calle.
Lo curioso es que hasta ahora, el único sincero ha sido Antauro y que escapa de cualquier posibilidad de elección: pena de muerte y matemos a todos, nacionalicemos el país y demás que para este tiempo son imposibles; ¿Imaginas si cada candidato fuese sincero? Quizás podríamos elegir mejor, sabiendo lo que representan o lo que son; mientras tanto hay cosas que quedan en la pluma o que escribimos haciéndonos pasar por terceros, tarareando a Fito cantaría: “Hay secretos en el fondo del mar, personas que me quiero llevar, aromas que no quiero olvidar, silencios que prefiero callar”.