Por: Alejandro Campana
Nos acercamos cada vez más a las elecciones de abril. Comienzan las dudas acerca de por quién votar para la presidencia. Así también, comienzan las explicaciones de qué sucede cuando votas blanco o nulo y mucha gente comienza la empresa de convencer a gente de que no lo haga.
En las últimas elecciones presidenciales tuvimos un problema con ello. En el padrón electoral Keiko y PPK obtuvieron 26% y 14% respectivamente. Sin embargo, nuestro sistema toma solo en cuenta la cantidad de votos válidos. Así, debido a la cantidad de votos no válidos, el porcentaje de Keiko se elevó hasta 39 y el de PPK a 21. A partir de estos casos es que se promueve el evitar votar de maneras no válidas. No obstante, nos enfrentamos a dos problemas con esto.
En primer lugar, en Perú no sabemos cómo se distribuyen los votos no válidos. Es decir, no sabemos cuántos de los votos nulos fueron viciados intencionalmente y cuántos fueron debido a un voto realizado de manera errónea. Solo con esos datos, podremos saber, en verdad, cuál es el nivel de votos no válidos realizados intencionalmente. Quizá podríamos cambiar un poco el sistema de conteo para reducir los problemas con los nulos no intencionados.
En segundo lugar, no sabemos si la solución sería mejor que la enfermedad. Es decir, parece que se asume que, al votar por alguien, en vez de viciar el voto, se asegura que será un voto que sea “bueno” y no apoye al peor candidato. Lamentablemente, no sabemos qué pasaría si toda la gente que vicia el voto votara por algún candidato. Si queremos evitar esto, no debemos incentivar a votar por alguien, sino a estudiar los candidatos y que alguno logre convencernos.
Finalmente, esta posición se enfrenta con la postura liberal de que la votación debería ser voluntaria. Probablemente, esta tampoco sea la mejor de las opciones que tenemos viendo cómo han sido las elecciones anteriores. Es decir, las probabilidades de que menos gente vote, y así, los votos válidos sean más altos, son altas.
Así, parece que nos enfrentamos a una falsa dicotomía: voto obligatorio (sin votos nulos) vs voto voluntario. Hay casos en los que cada una de estas posturas se puede criticar. Sin embargo, no parece ser sano para la democracia que luchamos por construir y mantener el enfrentarnos a dos posturas que, quizá, no son las únicas y podemos encontrar matices entre ellas.