Por: Adriana Morante Alvarado
Dentro de los muchos derechos que aun se nos falta reconocer a las mujeres, en esta oportunidad deseo hablarles de una de las arengas más populares que el feminismo pide a gritos: “EL TECHO DE CRISTAL”. Término acuñado para señalar un obstáculo con el que todas las mujeres trabajadoras se encuentran en cuanto a ascensos laborales y sobre todo en el aspecto remunerativo. Hoy la brecha salarial entre trabajadores de sexos opuestos es de S/.500 MENOS que Juan tu compañero de trabajo, por la misma carga laboral. Sin contar el riesgo al que las trabajadoras se someten desde el momento en el que presentas tu curriculum, al ser cuestionadas sobre su vida sexual y reproductiva con la burda pregunta de: “¿y piensas embarazarte?”. El pasado 8 de marzo el circo-congreso de la República modificó el inciso e) del artículo 29 del T.U.O. del D.L. 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral, aprobado por D.S 003-97-TR. de anulación del despido laboral por embarazo, nacimiento o lactancia.
Y sin desmeritar el esfuerzo de quienes militan en la ola morada y son funcionarias públicas, existe una inquietud que quisiera compartir. Está modificatoria tiene un punto débil, el jefe machista de la oficina querrá pasar por los permisos por maternidad de cada una de sus trabajadoras o simplemente optará por no contratar a mujeres y según el jefe problemas terminaron. Sin mencionar que desde el inicio de la pandemia la participación de mujeres en el ámbito laboral ha disminuido considerablemente, analicemos, un sistema que pone en el lugar de primeras cuidadoras a las mujeres, ante una crisis sanitaria y económica a quién creen que les tocó volver a casa a cuidar a toda la familia.
Este análisis primeramente será desde la perspectiva trabajadora y los problemas actuales que esta enfrenta, en una segunda parte abarcare el otro lado de la moneda.
Sin embargo, volviendo al hilo de esta edición, ¿El Estado está siendo un aliado o simplemente está limitando las oportunidades de ser contratadas a quienes desean hacer uso de sus capacidades reproductivas? Y no, no me refiero a la élite trabajadora, quienes sin más que sus estudios que las respaldan podrán hacer un justo reclamo del cumplimiento de sus derechos.
Hablo de la clase trabajadora media a pobre, a quienes aun contratan bajo condiciones totalmente inadecuadas, con una brecha salarial diferenciada que la reconocida por el estado. Hablo de las mujeres de limpieza, agricultoras, ganaderas, todas a quienes la necesidad llamó a salir de sus casas en busca de cualquier empleo, y ahora volver a la calle y encontrar cada vez opciones mucho más reducidas. Desde el feminismo, digo esto, dejemos de ver los extremos, el cambio debe ser interseccional.