Francisco Sagasti llegó a Cusco el día de ayer y el gobernador regional Jean Paul Benavente no tuvo mejor idea que recibirlo con un ponchito como regalo.
Así es, no lo esperó con una carta pidiendo 400,000 vacunas, ni tampoco con un pliego de demandas hospitalarias en las que se incluyera camas UCI y personal médico, tampoco lo espero con un reporte acerca del incremento de casos de Covid-19 y menos para hacerle llegar las demandas de los productores cocaleros a los que Enaco ha dejado de comprar la hoja de coca. Jean Paul Benavente lo espero con un ponchito andino como regalo para expresarle su “agradecimiento” por la irrisoria cantidad de vacunas que recién en tres meses nos permitirá vacunar a los adultos mayores de 60 años.
Lo único que generó Benavente al verlo caminar detrás del presidente con su ponchito fue vergüenza ajena, ya que su actitud lo que demostró fue la absoluta sumisión y comportamiento de subordinación ante el jefe que llega de Lima y quizá pensando que si le regalamos un ponchito o un cuadro de la escuela cusqueña o quizá si le regalamos queso con mote o un par de cuyes nos dé más vacunas.
Al parecer Benavente mantiene esa lógica colonial de recibir con regalos al tayta que llega de Lima para que en su próxima reunión con el Ministro de Salud recuerde el ponchito y nos incremente la cuota de vacunas.
Una vergüenza para todos los cusqueños lo que vimos ayer y lo peor o lo más patético fue que al final de la ceremonia protocolar Francisco Sagasti no se llevó el ponchito que seguramente será guardado para la llegada del próximo ministro a ver si así algún día se inicia el hospital Lorena.
Cusco no tiene lideres, mucho menos estadistas, tenemos una generación de políticos llunk’us y sometidos al poder central que no tienen mejor idea que regalar ponchitos antes de exigir derechos. Una pena, una vergüenza.