Conocida es la frase de Antonio Raimondi “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, refiriéndose seguramente a la riqueza con la que el país cuenta y que nunca ha podido ser aprovechada de manera correcta o cuando menos, aprovechada solo para beneficio de algunos. Cuando la realidad de nuestro país nos mostraba que quienes lo conducían estaban envueltos en corrupción, delitos y demás, la frase citada al inicio cobraba aún más vigencia, sabiendo del potencial con el que se cuenta y el cual nunca ha podido ser explotado positivamente por desidia o mala cabeza de algunos, de esos que llamamos gobernantes. Lo anecdótico aquí es que cuando se presentan estas situaciones aparece un abanderado con tintes de salvador, quien enarbola la frase de Raimondi, la vuelve en grito de batalla –o de campaña– para que una vez llegado al poder, tire por la borda cualquier noción de lograr que ese mendigo deje de serlo. La riqueza en nuestro país existe, habría que ser iluso al pensar que nuestro país es pobre, las propias cifras económicas lo dicen, somos una de las economías de américa latina que menos se ha visto afectada y que se proyecta a crecer inclusive el próximo año. El problema aquí es que esa riqueza se ve concentrada solo en algunos y ojo, no es necesario o requisito ser de izquierda para decir esto, pero vemos bien que el poder se vende al mejor postor, a aquel que con riqueza y dinero otorga mejores dividendos a quien otorga una buena pro, a quien concede un contrato con el estado o a quien se nombra en cargos públicos. He ahí el verdadero problema, el Perú seguirá siendo ese mendigo mientras existan algunos que al menor descuido ven la oportunidad perfecta para lograr un beneficio particular. Hace unos días se hizo pública la sentencia del proceso en el que la familia de Daniel Peredo reclamaba derechos laborales a Telefónica y Media Networks, dándome con la sorpresa de que el periodista nunca había estado en planillas, nunca se la había reconocido beneficios laborales. Esta semana es noticia que el Presidente de la República tuvo una reunión –en secreto y con gorro de camuflaje de por medio– con alguien que obtuvo una contratación con el estado. Debemos preguntarnos entonces ¿Qué nos espera a los ciudadanos de a pie? ¿Qué nos espera a la clase trabajadora que mueve al país? ¿Qué nos espera a los “no conocidos” o a los que no tenemos “amigos en el gobierno”? Ya vimos que un gobierno “de izquierda” no es la solución, entonces ¿qué hacemos ahora? Si al periodista deportivo más importante e influyente en los últimos tiempos, Telefónica del Perú –con los millones que gana– no le reconoció nunca una relación laboral, ¿qué puede esperar el mendigo?