Cada 28 de septiembre en todo el mundo se conmemora el Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro. Más allá de la decisión personal de aborto sí o aborto no, las leyes deben responder a realidades y no a moralismos o prejuicios. Hoy, penalizar el aborto no disminuye o evita casos, solo hace que sea clandestino, inseguro y de riesgo mortal, sobre todo para mujeres pobres.
La lucha por los derechos sexuales y reproductivos, el acceso a métodos anticonceptivos e información sobre planificación familiar, significó avances en el empoderamiento de las mujeres para seguir sus proyectos de vida. En los últimos años la demanda por el aborto legal se ha transformado en una marea de pañuelos verdes y morados que portan con orgullo mujeres que pregonan su derecho a decidir.
La penalización del aborto valida un mercado clandestino que lucra con la vida, la salud y autonomía de las mujeres, incluso cuando el misoprostol fue declarado “medicamento esencial” por la OMS. En términos de política criminal, la penalización del aborto es ineficaz, la persecución penal a las mujeres es una forma más de estigmatización. Por ello legalizar el aborto es un asunto de salud pública y de derechos humanos.
Además de reforzar estereotipos sobre la crianza y cuidado de los y las niñas, negar a las mujeres la decisión sobre si tener o no hijos y el control sobre cuándo ser madre, agrava las desigualdades de género. La soberanía de las mujeres sobre sus cuerpos es clave para lograr la igualdad.
Perú reporta cifras alarmantes en violencia sexual hacia las mujeres, de acuerdo al Ministerio Público el 78% de violaciones son a menores de edad, no todas acceden al kit de emergencia que incluye el anticonceptivo oral de emergencia, por ello, la consecuencia son embarazos no deseados,
La maternidad forzada tiene graves consecuencias en la vida de miles de niñas y adolescentes, negar un aborto seguro es impedir que vivan su infancia y completen sus estudios, sin tener que renunciar a sus sueños y darles fin a los círculos de discriminación, violencia y pobreza, Poder decidir sobre nuestra salud, nuestro cuerpo y nuestra vida sexual es un derecho humano básico. Seas quien seas, vivas donde vivas, tienes derecho a tomar estas decisiones sin miedo, violencia o discriminación.
“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.”.