María Antonieta, la última reina antes de la revolución francesa, se le atribuyó una de las frases más criticadas de la historia mundial, aunque no se le puede atribuir la autoría directamente; sin embargo, la indignación que se vivía en la Francia de ese entonces género que se pueda llevar a cabo uno de los cambios políticos más importantes en la historia del ser humano, buscaron cambiar una sociedad que llenaba de prerrogativas a unos pocos por una sociedad en la que el hombre sea el eje central y primordial del Estado y ya no hayan más “reyes soles”. Ahora en Perú y en el mundo entero se afronta uno de los desafíos más inusitados pero perjudiciales, la actual pandemia nos demuestra que hay verdaderas necesidades, que las prioridades son otras, que los recursos públicos deben ser destinados y dirigidos en bien de la población más no de un sector que debería cumplir y velar por los intereses de la nación. Ahora bien, es cierto que estas prácticas de sobreponer los intereses privados o ciertos “privilegios” no son de este último gobierno, pero ¿Cuándo es el momento de dejar estas malas prácticas? ¿Cuándo veremos que se efectivice la vocación de servicio? ¿Será posible tener un mejor gobierno? cuantas interrogantes, estamos a unos pocos meses de uno de los momentos cívicos más importantes de una democracia, estas elecciones muestran que nuestro poco interés en la política ha generado que haya candidatos que no estén a la altura de un puesto tan importante como es el de presidir un país, ya no permitamos que nos digan “Déjalos comer pastel” cuando los precios de las necesidades básicas se van elevando, busquemos ser parte de la masa crítica, que las palabras dulces no nos seduzcan y nos conduzcan a más mentiras y futuros desengaños. Solo pido en estas líneas que tengamos la fuerza de reconocer los malos paradigmas y sobretodo el valor para cambiarlos, desde una perspectiva personal hasta una perspectiva como nación. El mundo está cambiando, este cambio puede ser positivo o negativo, solo nosotros somos los agentes que dirigen el destino y finalmente lo último que se pierde es la esperanza, las ideas nos mantienen con el anhelo de poder conseguir esa sociedad que tanto buscamos, que ese bien común que está en la Constitución pueda ser materializado en nuestra comunidad y ya no estemos atados a promesas, versos y palabras que solo buscan distraernos de la realidad, que en realidad no cambian nada.