No hemos aprendido nada, absolutamente nada de lo sucedido en marzo, de las miles de miles de muertes que han enlutado este país. No hemos sido capaces de darnos cuenta que la pandemia se combate con vacunas, camas UCI, personal médico capacitado y bien remunerado, pruebas moleculares por miles, cercos epidemiológicos y apoyo a las personas más necesitadas. Así se combate a una pandemia, no yendo por el camino más fácil, el encierro.
Pero las recientes medidas tomadas por el presidente Francisco Sagasti nos demuestran que como no tenemos ninguna de las armas que necesitamos para hacerle frente a la enfermedad, entonces la única solución es repetir los mismos errores que cometió Martín Vizcarra, es decir encerrar y encerrar a las personas, viendo como sus economía cada vez más se debilitan y seguramente llenando las calles de militares y policías.
A pesar de que Cusco no está en cuarentena con inamovilidad social permanente, las medidas que se han tomado en la práctica significan la absoluta paralización de nuestra economía, la cual empezaba poco a poco a levantarse. El cierre de los monumentos arqueológicos implica la abrupta caída y prácticamente liquidación de hoteles, restaurantes, negocios de artesanía, transporte turístico que poco a poco empezaban a salir a flote en medio de la crisis que aun vivimos.
Me pongo a pensar en las señoras que vi hace algunas noches ofreciendo chompas, chalinas y chullos en una desolada plaza de armas, en los restaurantes que empezaban poco a poco a generarse ingresos, en toda la gente del Valle Sagrado que verá sepultadas sus esperanzas de recuperarse, porque al frente tenemos un gobierno que en lugar de actuar inteligentemente y evitar las aglomeraciones que causan contagios, decide cerrar todo.
Se están convocando marchas y no creo que sea descabellado salir a protestar, total, el doctor Huerta no dijo que las marchas no generaban contagios.