Este modelo económico ha dejado profundas huellas inhumanas en nuestro país; hace 30 años que las diversas instituciones del Estado y sus representantes, nos repiten que todo debe tener utilidades o rentabilidad en esta vida; y gran parte de la población acepta esta premisa. El estado provee servicios y al hacerlo no tiene por qué sacar utilidades y tampoco arrojar pérdidas; sin embargo hay funcionarios que actúan más como ejecutivos de empresas privadas que como servidores públicos.
La Beneficencia del Cusco, es una institución adscrita a la Municipalidad Provincial del Cusco (aunque el centralismo limeño aprobó el D.L.N° 1411 para que sean manejadas por el Ministerio de la Mujer) cuya finalidad principal es prestar servicios de protección social; para ello cuenta con ingresos provenientes de los cementerios públicos y de innumerables inmuebles ubicados dentro del centro histórico de nuestra ciudad, así como el Hotel Cusco y el Hotel Tambo.
Uno de estos inmuebles está ubicado en la Plaza San Francisco, y dentro de este hay un espacio alquilado a una asociación de comerciantes de artesanía, personas que han estado conduciendo este inmueble hace muchos años; lamentablemente esta pandemia mundial ha hecho que el turismo este totalmente paralizado, es más, este sector económico aún no está autorizado para funcionar y aunque lo estuviera no serviría de nada, pues sus compradores son turistas nacionales y extranjeros; pero el diablo se viste de funcionario público y esta institución ya se ha cobrado los alquileres de los últimos 6 meses de la garantía que se depositó al firmar el contrato, no contento con ello, la Beneficencia, pretende hacer firmar un nuevo contrato con la misma merced conductiva y si no lo hacen serán desalojados para alquilarlo a una empresa. Los integrantes de esta asociación alquilaron este local para ejercer una actividad económica y con las utilidades de esta, pagar la renta; sin embargo un hecho fortuito, sin culpa de las partes, ha alterado el contrato y el objetivo del mismo. Es tan difícil comprender este hecho tan abrumador, me refiero a la pandemia y cuarentena ¿No es lógico que al ser beneficencia y por los objetivos altruistas que tienen, deben ser más empáticos y comprensivos?, es más desde mi punto de vista esta asociación tiene todo el derecho de suscribir una adenda para variar las clausulas en cuanto al plazo y la merced conductiva; pero no!!! Esta institución prefiere amenazar a los asociados aun cuando el mismo Estado (del cual ellos son parte) ha dispuesto cuarentena y aislamiento social. Para no creer.