La muerte ha sido siempre interesante y polémica. Hablar de ella causa susto, recordar a los que se fueron nostalgia y lágrimas, la muerte es como dicen, parte de vivir, algunos la predicen, a Vallejo le falló el día por horas, pero Paris fue su último lecho -Piedra Blanca sobre una Piedra Negra- y si realmente es así ¿podemos decidir sobre ella?
El suicidio es la forma más directa de decidir sobre la vida, no autorizado y con algunos efectos jurídicos de ocurrir. En pocos días, un juzgado constitucional en la ciudad de Lima tiene la tarea de resolver el pedido de Ana Estrada para que se le conceda una muerte digna y pueda acabar con eso que otros tanto anhelan mantener: la vida.
Si partimos de un análisis constitucional el debate se hace interesante. Nuestra Constitución en su artículo 1 establece el fin supremo del Estado y la sociedad “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad”, entonces, otorgar la libertad a una persona de decidir cuando y como morir ¿No contradice nuestra finalidad como Estado? No niego que la lucha de Ana tenga sentido para ella y muchas personas -de declararse fundada su demanda de amparo debe ejecutarse de forma inmediata y seguro establecerá un antecedente importante y quizás peligroso-
Estamos preparados como sociedad para aceptar la posibilidad de poder elegir cuando y como morir, claramente no, somos un país de contradicciones, apoyamos la decisión personal de alguien de poner fin a su vida, pero salimos a pedir se legalice el aborto -poner fin de forma unilateral a una vida ajena e independiente- o luchamos por la defensa de la vida animal pero queremos se autorice terminar con la vida humana.
Existe información que ayuda a sentar posición, “Mar Adentro” -2004- película española que recoge la lucha real de Ramón Sampedro por su derecho a morir, “No conoces a Jack” -2010- la vida del Dr. Kevorkian defensor de la muerte asistida, ambas nos muestran la realidad de aquellas personas que postradas por enfermedades que hacen indigna su vida deciden ponerle fin.
No puedo afirmar estar a favor o en contra, vivir es definitivamente un reto pero también un regalo, no me imagino decidir terminar con ella salvo que signifique sacrificar este valor por otro mayor, me da mucho temor aprender a partir de la experiencia; anoche que cerraba esta columna solo pensaba en despertar hoy, en arrancar mi día a las 05.30 am, en ganar mis apuestas, en avanzar mi trabajo, en cumplir mis promesas, en continuar mi lucha, solo así la vida tiene sentido: dejar huella y enseñar.